Con motivo de la celebración del culto extraordinario el al Santo Crucifijo deSan Agustín, en la Parroquia de Santa Clara de Sevilla, desempolvaremos hoy las
historias y leyendas de un Cristo crucificado que cayó en el olvido, cuya
advocación cuenta con casi 600 años. Una advocación con mucha solera.
Se encuentra en la Parroquia de
San Roque de Sevilla, y desde 1990 es cotitular de la sevillanísima hermandad
del mismo nombre. Sus orígenes son anteriores a la aparición en Sevilla de nuestra
ansiada y popular semana santa. Parece ser, que era de época anterior a la
dominación islámica y que fue escondido en una cueva, acequia o sótano para
evitar la profanación por parte de los infieles. D. Francisco de Vera y Rosales
afirma que esta imagen y la de la Sra. De la Hiniesta, son las más antiguas de
Sevilla.
Es en 1314 cuando se tiene
constancia por parte de los cronistas sevillanos de la época, de su descubrimiento
en el llamado “Prado de Santa Justa”, entre el convento de San Agustín y el de
la Santísima Trinidad. La imagen de dicho crucificado, poseía el brazo derecho doblado
y desclavado de la cruz, concretamente con su mano sobre la llaga de su
costado. Pronto empezó a crecer su fama y renombre, pues ante el asombro de los
presentes, dicen que movió la mano de su costado y la llevó al punto en el que
se encuentra clavada actualmente en la cruz.
Otra leyenda relacionada con este
Santo crucifijo, atiende al momento de su traslado al lugar de culto que se le
iba a designar, asunto que parece que generó alguna disputa entre los monjes
agustinos y el cabildo catedralicio, que también lo pretendía. Para que la
decisión fuese imparcial, el Santo Oficio se decidió que “con toda decencia fuese puesto en una litera de dos caballos a
disposición del cielo”. Los dos caballos se fueron derechos al desaparecido
convento de San Agustín.
La devoción al crucificado fue in
crescendo, tanto es así que se creó una hermandad con su advocación, a la que
pertenecieron las personas distinguidas de la ciudad. Más tarde, hubo un tiempo
en el que dicha devoción, era comparable al fervor que la actualidad el pueblo
de Sevilla profesa a la mismísima Virgen de los Reyes, al Señor de Sevilla o cualquiera
de las Esperanzas. Pero más tarde, cayó en el olvido y el abandono.
Posiblemente debido a la exclaustración de 1835, la invasión de los franceses y
el posterior incendio de la imagen original.
No olvidemos que esta advocación se
mantiene, desde hace casi 600 años. Sólo 66 años menos que la Sevilla cristiana.
En otra próxima entrada ahondaremos en la historia de esta advocación tan Sevillana
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