viernes, 20 de abril de 2012

20º aniversario de la Expo' 92



Han pasado 20 años de aquel 20 de Abril de 1992.
Día en el que se abrieron las puertas de la modernidad, en el regazo de la Sevilla más clásica, demostrando al resto del mundo lo que el pueblo de Sevilla es capaz de realizar, reinventándose y volviéndose a convertir -durante seis meses- en el epicentro y referente mundial.
A pesar de los grandes y numerosos problemas surgidos como la premura, falta de financicación,  incluso, superando el incendio de un pabellón días antes de la inauguración de la muestra, la isla de la Cartuja se vio convertida en la ventana en la que se se dieron cita las culturas mas diversas, las tecnologías más modernas y desconocidas, la arquitectura más vanguardista. Fue capaz de atraer a más de 20 millones de personas, que visitaron nuestra ciudad para disfutar de lo mejor de 112 paises... y de Sevilla.


Y todo ello era patrimonio de nuestra ciudad....

Y ahora todo eso parece un sueño.
Fue muy difícil coger el testigo.
Un legado muy costoso y sin una clara planificación de continuidad.
Nos quedamos con la suerte de haber podido vivir ese sueño, con haber podido disfrutar la mejor exposición universal con esa ilusión que se nos desbordaba a los sevillanos cuando pisábamos los terrenos de la Isla de la Cartuja.



Feliz 20º aniversario a todas aquellas personas que lucharon por hacer posible ese sueño.









lunes, 13 de febrero de 2012

La leyenda de la Susona: La fermosa hembra

 El barrio de Santa Cruz ha sido y será uno de los que cuentan con más leyendas y misterios de la historia sevillana. Entre los muros de sus recónditas casas y a lo largo de sus laberínticas calles, se acumula una riqueza histórica difícilmente igualable.
Dos calles que comienzan en la plaza Doña Elvira, en pleno barrio de la judería sevillana, paradójicamente discurren paralelas: la calle Vida y la que en un tiempo fue llamada calle de la Muerte, actualmente llamada calle Susona. ¿Por qué Susona? Una vez más la leyenda antecede a la realidad, y en Sevilla.
 En los tiempos en que los judíos fueron brutalmente perseguidos, bien por motivos religiosos, bien por motivos económicos, o bien por ambos, parece que éstos buscaron el modo de urdir y promover una sublevación contra los cristianos, buscando incluso la participación morisca para tomar así el control de la ciudad, allá por 1481, si bien un siglo antes matanzas de hasta 4000 judíos asolaron la comunidad hebrea de la ciudad. La revuelta estaba siendo fraguada principalmente en casa de Diego Susón, banquero, judío converso y uno de los cabecillas del citado levantamiento. El banquero tenía una hija que era muy conocida en Sevilla debido a su extremada belleza, a la que llamaban “Susona, la fermosa hembra”, la cual mantenía relaciones secretas con un caballero cristiano.
Una noche estaba Susona a la espera  de que la actividad en su casa finalizase, para salir en busca de su enamorado. En esto estaba, cuando conoció el plan de su padre y de sus acompañantes. Cegada por el amor hacia su amado y por el miedo a perder a su amante, Susona le advirtió del malintencionado propósito de los judíos, sin caer en la cuenta de que estaba traicionando a su propio padre y por ende a toda la comunidad judía. El galán reaccionó rápidamente informando al asistente de la ciudad D. Diego de Merlo, que acabó con la rebelión acudiendo a la judería y haciendo presos a los cabecillas de la citada revuelta, a saber: Diego Susón; Pedro Fernández de Venedera, mayordomo de la Catedral; Juan Fernández de Albolasya, el Perfumado, letrado y alcalde de Justicia; Manuel Saulí; Bartolomé Torralba, los hermanos Adalde y hasta veinte ricos y poderosos mercaderes, banqueros y escribanos de Sevilla, Carmona y Utrera. Días más tarde fueron ahorcados en Tablada.
Despreciada por su comunidad y en vista de que ya su amante no quiso saber más de ella, acude a la Catedral pidiendo confesión y bautismo. El arcipreste Reginaldo de Toledo, obispo de Tiberíades, la bautiza y la absuelve, al tiempo que le sugiere como penitencia ingresar en un convento de clausura.
Años más tarde, volvió a su casa y como muestra de su arrepentimiento escribió en su testamento su última voluntad, algo que se leyó después de fallecida: "Y para que sirva de ejemplo a los jóvenes en testimonio de mi desdicha, mando que cuando haya muerto separen mi cabeza de mi cuerpo y la pongan sujeta en un clavo sobre la puerta de mi casa, y quede allí para siempre jamás".
Y así se hizo, desde que falleció hasta bien entrado el año 1600, su cabeza colgaba de la puerta de su casa. Razón por la que llamaron a la calle, calle de la Muerte, hasta el S. XIX en que se colocó un azulejo con una calavera, en recuerdo de la Susona, denominando así la citada calle hasta la actualidad. Hoy día un azulejo conmemora tan infeliz episodio, recordándolo así:



En estos lugares, antigua 
calle de la muerte, pusóse la cabeza
de la hermosa Susona ben Suzón,
quien por amor a su padre
traicionó y, por ello, atormentada
dipúsolo en testamento”






lunes, 9 de enero de 2012

Rio de mi Sevilla

La primera entrada del año 2012, quiero dedicársela al Río Guadalquivir.
El peso específico que el Río (si, escribo Río con "R" mayúscula) tiene en la historia de Sevilla, por todos es conocido. El crecimiento, la historia y la vida en sí de Sevilla está íntimamente ligada al Río Betis como lo llamaron los romanos, no obstante, Sevilla es también conocida como la Ciudad de Betis.
Fuente de vida y riqueza, ha sido testigo de miles de amoríos de Sevillanos y no sevillanos, que han paseado sus devaneos y romances, por sus puentes y por sus dos orillas.De la misma forma, el Río Grande, ha sido protagonista de incontables poemas e historias fabulosas, describiendo el idilio entre el Río Guadalquivir, Sevilla y Triana.

Una de esas bellas historias, fue cantada magistralmente por bulerías por Lole, acompañada a la guitarra por Manuel, una pareja difícilmente imitable:

 
 
El Río Guadalquivir 
se quejaba una mañana
"Me tengo que decidir
entre Sevilla y Triana
y yo no se a quien elegir"
Ay, quien pudiera,
fundir en un perfume menta y canela.

Voy soñando con tus besos
por el callejón del agua
no despertarme del sueño
campanas de la Giralda
Que es que en amores,
las caricias soñadas son las mejores.

Río de mi Sevilla 
no te entretengas,

que te espera en Sanlucar 
la mar inmensa
con qué desgana, 
dejarás las orillas de tu Triana.

Sevilla, tú no hagas caso
de las caricias del Río
que el Río es galán de paso
para firme amor el mío,
que los amantes, 
cuando existe distancia, se olvidan antes.

Manué, no quieras
conquistar mi corazón,
que me lo robó Sevilla
y no me lo devolvió,
y es que Sevilla,
"enrea" corazones
en su mantilla.

Compare dígame usté
si de Cai a Sevilla
hay que pasar por Jerez.





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