Altar de su capilla en la Catedral de Sevilla "Desde el tiempo de los Godos duraba en la mezquita mayor una efigie de nuestra Señora de pintura..." así comienza a narrar D. Diego Ortiz de Zúñiga la historia de la Virgen de la Antigua. El fervor hacia dicha imagen empezó a crecer entre los fieles sevillanos, que según contaban, cada vez que un infiel intentaba mirar a la imagen, éste sentía un sobrenatural impulso por arrodillarse ante ella. También referían que desprendía unos resplandecientes rayos, y que sobrevivió a los diferentes intentos de destrucción por parte de los moros, que finalmente, optaron por construir una tapia delante de la imagen ante la imposibilidad de destruir la sagrada imagen. Llegaron a oídos del rey San Fernando cada uno de estos prodigios, acrecentando la fe del soberano en dicha imagen y sus ansias por recuperarla de manos de los infieles.
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